lunes, 11 de mayo de 2015

EL CURSO DE RECICLAJE

No me gusta quejarme en vano, ni para darme importancia o hacerme la víctima, pero es que así no se puede vivir. Continuamente la gente abusa de mí, me utiliza para sus fines y luego sin más me tira, sin despedidas, sin agradecimientos, sin nada...
Yo intento ser mejor día a día, a menudo me esfuerzo tanto por ser lo que los demás esperan de mí que pierdo mi propia identidad. Sé que eso no es correcto, pero necesito que alguien me quiera incondicionalmente y no me abandone a la primera de cambio.
Lo he intentado todo, pero siempre acabo mal. Incluso todas las semanas hago cursos de reciclaje, para adaptarme, para ser mejor, para cambiar… Pero nada funciona.
No importa si me vuelvo frágil, ellos me rompen. No importa si me hago el duro, ellos acaban cortándome el corazón en pedazos. Tampoco si me hago el suave, eso es peor, me ensucian, mancillan mi honor y me tiran de nuevo. Incluso llegé a pensar que mi tono de piel era lo que promovía el rechazo, al principio intenté ponerme moreno, casi marrón, pero nadie me quiso tan “sucio” asi que busqué el mejor método y logré blanquearme por completo, y entonces me volvieron a manchar, pintaban mi cuerpo con tinta, a veces apretaban tanto que parecía que me hicieran un tatuaje, pero finalmente me tiraban, o me abandonaban…
Una vez tuve suerte, estuve viviendo con una familia unas semanas, junto a la nevera, pasaba frío pero fue lo mejor que me ocurrió en vida. Casi siempre me miraban, a veces incluso me hablaban, hasta que sucedió lo inevitable y volvieron a tirarme.
Siempre hay alguien con mejor pinta que tú, más fuerte, o más guapo, o más blanco, o más reciclado… o lo que sea. Por eso soy de la opinión de que uno debe comparar sus logros y derrotas con uno mismo, y de ese modo llegar a ser mejor por méritos propios y no a costa de hacer peores a los demás.
No voy a apenarme por mi destino, voy a intentar cambiarlo, mejorarlo…
En los cursos de reciclaje me he cambiado de fila. En lugar de ocupar las filas destinadas a folios reciclados, o a carpetas marrones, me he puesto en el destinado a cartulinas de diplomas. Así sé que siempre estaré colgado en una pared, siendo visto por miles de personas, orgulloso de las letras escritas en mí, representando a alguien importante, y lo que es mejor, nadie volverá a romperme y tirarme a la papelera azul.